La verdad es que al principio resulta un autèntico conazo. Pràcticamente los coches en esta ciudad aparcan en los extremos de cada calle porque asì no pagan el parking y es lìcito aparcar sobre la acera en baterìa. El resultado es que los transeùntes deben atravesar la ciudad sorteando cada coche de manera diferente, saliendo a carretera, pasando de lado, haciendo eses. Todo depende de si es un cinquencento, un mercedes o un 4x4. Recuerdo el dìa de mi cumpleanos haber visto un Ferrari Enzo justo en la puerta de casa. Esta vez lo sorteé lentamente y con la boca abierta de par en par. En un mes lo incòmodo pasa a ser un acto inconsciente y parece que hasta te diviertes. Piensas:“Al menos no es tan aburrido como caminar recto por la acera, cada calle es un nuevo reto con sus diferentes obstàculos, un parque de atracciones”.