miércoles, 16 de enero de 2008

Impresiones

Los primeros dìas del ano estàn resultando del todo insustanciales. Parece que poco a poco regreso a mi horario habitual. Estaba a punto de convertirme en un noctàmbulo. Ahora debo recuperar las mananas en lugar de dormirlas y reunir fuerzas para intentar de nuevo conseguir un empleo. De nuevo a recorrer la ciudad como un loco, de nuevo a conservar el ànimo y la esperanza.
Las chicas han regresado al piso y con ellas un poco màs de alegria. Ahora mientras escribo me doy cuenta que con ellas tambièn ha llegado el buen tiempo. Ya no hace tanto frìo y comienza a ser habitual tener unas cuantas horas de sol. Espero ansioso que los dìas se alargen y poder ver como amanece lentamente en el mediterraneo.Ya es todo un espectàculo levantarse cada dìa y ver las aguas del estrecho cambiar de color, ver pasar los barcos, observar como la sombra de las nubes recorrer el mar y de noche, las luces de la ciudad de Reggio tintineando al otro lado.
Saboreo un tè que ha llegado de Alemania, un regalo de cumpleanos muy especial, y barajo todas las posibilidades a mi alcance. Si termina el mes con un sueldo esperarè la llegada del verano. Si no quizà me embarque en direcciòn a Alejandria durante unos dìas, volverè desde Grecia a Sicilia y prepararè mi retorno a Espana. La idea de adentrarme en el corazòn del mediterraneo me atrae muchìsimo, aùn màs experimentar por primera vez como es un paìs musulmàn. Aunque Egipto no sea el mejor ejemplo no està mal para comenzar. Me siento preparado para cualquier opciòn aunque para mì serà duro dejar la isla ya que se ha convertido en mi segundo hogar.
Una nave deja tras de sì una lìnea en el mar, me he terminado el té, y me siento a parte del mundo.Y no es para menos. Nadie sabe cuàn profundo es el estrecho. Hace anos se encontraron dos guerreros esculpidos en bronce en su interior. El ferry que transporta pasajeros a Italia se llama Caronte. Se confirma mi teorìa de que la isla se mueve (unos pocos milìmetros al ano) y para finalizar en Febrero comienza la cuenta atràs para un nuevo terremoto (cada 50 anos un seìsmo destruye la ciudad). Con todo, es paradòjico que me sienta bien aquì. La inconsistencia de este lugar me atrae, este estar a parte del mundo me tranquiliza, me hace pensar que el tiempo se detiene y que las reglas se pueden reinventar.